viernes, 8 de julio de 2011

En plena mar y a toda vela.

   Creo que es básico saber que un navío se mueve gracias al aprovechamiento del viento y la marea, fenómenos que no se ven ni se preven, y que nos ayudan a determinar un rumbo o dirección.
  Del mismo modo, para un barco, sortear obstáculos tales como los arrecifes es tarea arto complicada, si además la embarcación es nucleo de tempestad y/o tormenta; contando con que estos pueden no ser visibles en la superficie.
 
    Sacando punta a esta situación, es fácil darse cuenta de que uno nunca fue, es, o será dueño de su vida. Si no de cómo afronta las circunstancias con los medios que se le dan. Medios que se ven, e incluso son creídos como posesión de uno: el navio mismo, o sus camarotes, sus cañones en banda, los trinquetes, la mesana, sus botes, aparejos, cabos o timón. Son sólo, única y exclusivamente medios para viajar en este mar de "nuestra" vida. La cual tampoco hemos hecho, creado o imaginado para después vivirla. Una vez no fuimos y ahora somos. Simplemente tenemos vida. Por lo que podemos deducir que se nos a confiado, dado, regalado. ¿Por quién o qué? Zeus, Júpiter, Yahvéh, Alá, Abudad, Jnum, Kénos, Yúcahu...; ¿qué más dará el nombre? El hecho es que vivimos, y vivimos sin haberlo elegido. Mil gracias por pensar que podría formar parte de este mundo. Creo que quiero navegar por los mejores mares que hayas colocado para embarcaciones como la mía. ¡Ahí voy, viento en popa a toda vela!